Mejora de actitudes y comportamiento
Impacto moderado, Costo moderado, Evidencia exhaustiva
Mejora de actitudes y comportamiento
La mejora de actitudes y comportamiento busca lograr el aumento del rendimiento académico al reducir comportamientos desafiantes. Este tipo de intervenciones orientadas a reducir una variedad de conductas, que van desde bajos niveles de disrupción hasta acciones antisociales tales como agresión, violencia, bullying y abuso de sustancias. Estas intervenciones pueden ser diferenciadas en tres grandes categorías:
- enfoques que buscan desarrollar un espíritu escolar positivo o mejorar la disciplina en la escuela, que además contribuyen a desarrollar un mayor compromiso con el aprendizaje.
- programas universales que buscan mejorar el comportamiento y generalmente tienen lugar en el aula; y.
- programas más especializados y dirigidos a estudiantes con problemas de comportamiento específicos.
Otros enfoques, como la Participación de los padres y los programas de Aprendizaje Socioemocional, a menudo se asocian con mejoras en el espíritu escolar o en la disciplina, por lo que vale la pena considerarlos como alternativas a las intervenciones directas para la mejora de actitudes y comportamiento.
¿Cuán efectiva es la intervención?
La evidencia sugiere que en promedio las mejoras de actitudes y comportamiento pueden producir moderada mejorías en el desempeño académico junto con una disminución de comportamientos problemáticos. Sin embargo, los beneficios estimados varían ampliamente entre los tipos de enfoques descritos arriba. El tamaño de los efectos es mayor para las intervenciones que buscan mejoras de actitudes y comportamientos en estudiantes específicos con necesidades particulares o problemas de comportamiento, que en intervenciones universales o estrategias integrales en la escuela. Enfoques orientados a la mejora de las actitudes y los comportamientos al nivel de la escuela se asocian a menudo con mejoras en el rendimiento, pero la evidencia de un vínculo causal con el aprendizaje es aún insuficiente.
Diferentes estrategias de intervención tales como la mejora de las habilidades de los profesores para el manejo del comportamiento agresivo y disruptivo y aquellas que mejoran las habilidades conductuales, cognitivas de los estudiantes, parecen ser igualmente eficaces.
La mayoría de los estudios reportan un impacto más alto con estudiantes mayores. Hay algunas pruebas anecdóticas sobre los beneficios de reducir el comportamiento problemático de estudiantes disruptivos en el rendimiento académico de sus compañeros, pero esta es una dimensión poco estudiada en las evaluaciones de los programas de comportamiento.
Evidencia en América Latina:
Existe un conjunto diverso de estudios en América Latina y el Caribe sobre el comportamiento de los estudiantes, el clima escolar y la convivencia en la escuela. Estas investigaciones usan mayormente métodos descriptivos y correlacionales, con unos pocos que usan evaluaciones de pre y post test. Algunos de estos estudios buscan describir las características del bullying en la escuela, los tipos de prácticas violentas, los factores asociados con el bullying, el rol de la familia y el contexto social de los estudiantes y, en menor grado, cómo el bullying y los entornos violentos y negativos de las escuelas se relacionan con el desempeño académico.
Un estudio desarrollado en México muestra que el bullying escolar afectó el desempeño escolar de estudiantes de 5to y 6to grado en cuanto a generar ausentismo y problemas dentro de la sala de clases. Otro estudio realizado en Chile, muestra que el bullying estaba presente tanto en escuelas públicas como privadas y entre hombres y mujeres. Su prevalencia a nivel primario fue más alta que en educación secundaria y que esta tendía a disminuir a medida que los estudiantes crecían, pero no desaparecía por completo. La investigación concluyó que el bullying afectaba directamente el clima escolar y el desempeño de los alumnos en primaria, mientras que para los estudiantes de secundaria el efecto negativo directo se daba sobre el clima escolar e indirectamente sobre el rendimiento académico.
Las intervenciones en América Latina centradas en las actitudes y conducta de los estudiantes se han focalizado más en mejorar el clima y convivencia escolar, reducir el bullying y prácticas violentas que en orientarse a la mejora del desempeño académico. En general, no es posible concluir en qué grado la mejora de las actitudes y comportamiento de los estudiantes impacta sobre el rendimiento académico basados en la evidencia limitada existente en la región. Mayor investigación es necesaria para establecer las relaciones causales entre comportamiento y resultados académicos.
¿Cuán segura es la evidencia?
En general, es evidente que la reducción de comportamientos desafiantes en las escuelas puede tener un efecto directo y duradero en el aprendizaje de los estudiantes. Esto se basa en una serie de meta-análisis basados en estudios robustos de intervenciones en escuelas.
Se debe tener cierta cautela en la interpretación de los hallazgos destacados, ya que la mayoría de los meta-análisis sobre intervenciones conductuales se centran en los estudiantes diagnosticados con trastornos emocionales o conductuales específicos y no sobre los problemas disruptivos de menor magnitud en la sala de clases. Se requieren más investigaciones para indagar los vínculos entre los enfoques universales para la mejora del comportamiento y el aprendizaje.
Un meta-análisis de una intervención de control de ira muestra un efecto positivo en el comportamiento, pero un efecto negativo global sobre el aprendizaje. Esto implica que es importante una focalización y evaluación cuidadosa, y también que es posible reducir el comportamiento problemático sin mejorar el aprendizaje.
¿Cuál es el costo?
Los costos dependerán del tipo de intervención. Programas liderados por el profesor/a al interior de la sala de clases son los menos caros (básicamente dado por desarrollo profesional del maestro), pero a su vez suelen ser los menos efectivos. En cambio, el apoyo uno a uno con el estudiante es más caro, pero más efectivo. El costo que se presenta aquí está asociado a las intervenciones más intensivas. En general, los costos son estimados como moderados a altos.
¿Qué debería considerar?
Antes de implementar esta estrategia en su escuela o espacio educativo, considere lo siguiente:
Las intervenciones dirigidas a aquellos diagnosticados o en riesgo de trastornos emocionales o conductuales producen los mayores efectos.
Programas con duración de dos a seis meses parecen producir resultados más duraderos.
La gran variación en el impacto sugiere que las escuelas deben buscar programas con un historial comprobado de su impacto.
¿Ha considerado qué capacitación y desarrollo profesional se requiere para los programas?
¿Ha explorado cómo involucrar a los padres o las comunidades en los programas de comportamiento? En promedio, este tipo de programas parecen generar mayores efectos.
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(*)Síntesis elaborada por SUMMA a partir de la revisión sistemática de investigaciones académicas realizadas en la región.