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La educación en Haití: ¡den al César lo que le pertenece!
September 6, 2021
Por Itazienne Eugène y Maciel Morales Aceitón
La fuerza y la resistencia del pueblo haitiano tiene bases históricas ya que, desde su independencia en 1804, ha debido luchar y sobreponerse no sólo a catástrofes naturales, sino también a periodos recurrentes de inestabilidad política, marcados, muchas veces, por intervenciones extranjeras. La Constitución que rige actualmente es de 1987, pero ha sido puesta a prueba en varias ocasiones, especialmente por dos golpes de estado en 1991 y 2004, así como por la indiferencia de los gobernantes que, con sus acciones, han mostrado su desinterés frente a la ciudadanía.
Los últimos años han sido particularmente difíciles en el país debido a los movimientos sociales y a la pandemia del COVID-19 (Stone y Ziegles 2021, Desafíos y oportunidades en el sistema educativo de Haití). Es importante recordar que desde el 2018 existe en Haití el movimiento social Peyi lòk, que tomó protagonismo luego de un anuncio del presidente Jovenel Moïse sobre aumentar el precio de la bencina, el diesel y el kerosene. En respuesta a esto, una parte de la ciudadanía salió a las calles a manifestarse en contra de esta medida. En septiembre de 2019, el Peyi lòk volvió con fuerza pidiendo la renuncia del presidente, pero éste se negó y siguió en el poder (Danticat, 2019; Danticat, 2020). En la actualidad, el país atraviesa nuevamente una fuerte crisis debido al magnicidio del presidente Moïse el 7 de julio del 2021 y el terremoto que azotó la zona sur del país el 17 de agosto del mismo año. Bajo estas circunstancias: ¿En qué medida la educación puede ser una prioridad para el estado? ¿Cómo afecta en lo concreto, el contexto sociopolítico, ambiental y económico al desarrollo de ésta? ¿Cuáles son los desafíos más urgentes para la educación haitiana en la actualidad?
El sistema educativo haitiano se divide en dos grandes grupos: público y no público. Los establecimientos no-públicos incluyen las escuelas privadas, confesionales, comunitarias, entre otras. La proliferación de escuelas que no respetan las normas de funcionamiento del Ministerio de Educación ha obstaculizado la labor de los profesionales que desde finales del siglo pasado, luchan por ofrecer a los jóvenes una educación integral. Es importante señalar que en este país, que se caracteriza por una elevada tasa de analfabetismo, existe una flagrante disparidad entre las escuelas que atienden a los hijos de las élites y las que atienden a los niños y niñas de otras categorías sociales. A diferencia de las primeras, las segundas se alojan generalmente en edificios que no cuentan con la infraestructura necesaria para garantizar su pleno desarrollo. Así, en algunas regiones, las clases se imparten en iglesias, en casas e incluso al aire libre.
El nivel de matriculación en el sector privado es uno de los más altos de la región. En 2015-2016 del total de alumnos matriculados, el 78% pertenecía al sector privado (MENFP, 2018). Stone y Ziegles (2021) afirman que, además de la alta privatización, los problemas más actuales de la educación en el país están relacionados con la falta de recursos e infraestructura, las debilidades en el desarrollo profesional de los y las docentes y el conflicto lingüístico (creole/francés), entre otros. Bayard Lapommeray, director de la unidad de estudios y de programación del Ministerio de Educación Nacional y Formación Profesional, confirma lo que plantean las investigadoras al momento de discutir las principales conclusiones del estudio sobre los desafíos educativos en Haití (proyecto SUMMA–KIX LAC, 2021).
Lapommeray, comparte la perspectiva de que la formación de los profesores, la infraestructura y el apoyo pedagógico son ejes importantes a mejorar y desarrollar, pero sostiene que más allá de estos factores existe una problemática del entorno, el ambiente político, económico y social del país. De esta manera, afirma que es fundamental mejorar estos factores socio-políticos para tener un sistema educativo que pueda satisfacer las necesidades del país. Cabe señalar que la inestabilidad social, política, medioambiental y económica afecta de manera cotidiana a los estudiantes. Concretamente, en épocas de disturbios las niñas y niños más pequeños se quedan en casa sin poder ir a la escuela. En los períodos de calma, los alumnos se ven incapaces de participar en actividades fuera del horario escolar. La situación es la misma para los estudiantes de educación superior, que no sólo tienen dificultades para acceder a las aulas, sino que también les resulta imposible acudir a los centros de investigación y a las bibliotecas. En consecuencia, la duración de la formación se reduce, la duración del curso en general se alarga, y algunos proyectos, incluidos los viajes de estudios, quedan en suspenso hasta nuevo aviso.
Al momento de pensar en cómo la educación puede ser una prioridad para el Estado en un país que atraviesa diversas crisis sociales, políticas, ambientales, postulamos que precisamente por esta razón, la educación debe ser protagonista de la agenda política del Estado. Las autoridades competentes deberían dotar al Ministerio de Educación de los recursos humanos y materiales imprescindibles para su funcionamiento. Como contrapartida, los responsables del Ministerio deberían garantizar una utilización óptima de los recursos que se les asignan y obtener los resultados esperados por la sociedad haitiana. Así mismo, para las necesidades educativas actuales de Haití es fundamental potenciar el sector público, invertir en infraestructura escolar además de la renovación de los edificios existentes, la formación del profesorado y la creación de estructuras dinámicas e innovadoras capaces de regular el sistema educativo.
De igual forma, el sistema educativo actual debe tener una mejora concreta y a corto plazo en sus sistemas de evaluación y de seguimiento de los proyectos para, de esta manera, poder comprender la eficacia o el fracaso de éstos. Es importante mencionar que los proyectos anteriores, diseñados para mejorar el sistema desde el final de la dictadura de Duvalier (1957-1971) no siempre han tenido los resultados deseados. Para cambiar esta realidad, hay que considerar la evolución de las condiciones socio-políticas del momento pero sobre todo hay que analizar las causas del fracaso de los programas anteriores, como también, evaluar las estructuras de aplicación de estos proyectos y la naturaleza de los recursos disponibles en el sector educativo.
En definitiva, es esencial tener en cuenta y comprender los problemas estructurales del sistema educativo. Las autoridades competentes deben trabajar arduamente para fortalecer y mejorar sus bases, en el entendido de que deben brindar a la población una educación integral y completa, devolviéndole al César lo que le pertenece, una educación pública con recursos materiales e intelectuales, democrática y adaptada a la realidad del país.